Samanta Schweblin: “Creo que hay una sacralización de la idea de escritor y escritura que nos hace mal”
Santander.- Como si de un mago se tratara, un escritor en ciernes debe entender el "truco" para poder hacer magia con las palabras. Por ello, la escritora argentina Samanta Schweblin va a aportar técnicas y herramientas a sus alumnos para generar la necesaria “cofradía y fuerza entre la maquinaria narrativa y el lector”. Así se resume Tensión y fuerza narrativa. Taller de creación literaria de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
En este marco, Schweblin ha insistido en que “hay una sacralización de la idea del escritor y de la escritura que nos hace mal” ya que, mientras en otras artes “el ejercicio por el ejercicio es parte del aprendizaje -como en la danza- en la escritura no, porque es considerado un arte mayor”, ha ironizado. En su taller, aunque van a “hablar de las ideas y las hojas en blanco”, considera importante que los alumnos escriban “literatura casi como si fuera una ecuación matemática”, sin atarse a lo que se quiere contar. “Una libertad que no van a tener cuando escriban sus historias”, ha explicado.
Al formarse en el terreno cinematográfico, reconoce pensar “la literatura desde la cocina y no tanto desde el lado teórico”. Por lo tanto, su idea es abordar cómo se escribe realmente la literatura y tratar los problemas que pueden encontrarse al escribir.
“No es un taller de escritura en el sentido más estricto de la palabra, porque la escritura es algo muy íntimo”. El taller consiste en “compartir” una “serie de experiencia y aprendizajes” que la autora de cuentos y novelas argentina hizo desde que empezó a escribir y que ha resumido así: “Ciertas palabras escritas de determinada manera generan en el otro una escucha verdadera”. Algo que, a su juicio, proviene de nuestra necesidad de ser escuchados.
En este sentido, Schweblin reconoce que su obsesión como escritora es “generar la predisposición del otro a escuchar” mediante el uso de “ciertas palabras que generan en el otro tensión”. Algo que en los albores consideraba “mágico” y que, por ello, ha elegido como título y eje del taller, cuya estructura es menos teórica y más práctica: “Pretendo transmitir algunas cosas que fui entendiendo, notas y aprendizajes personales, y hacer ejercicios muy cortos, de una línea o dos, para generar cierta cantidad de material en el taller” que sirva a los alumnos para “aprender con H”.
Una propuesta “muy pragmática” fruto de su preparación académica –“desde la cocina”- donde es “más fácil entender cómo funciona algo con tres ejemplos determinados que con toda una teoría”. En concreto, en la primera sesión del taller, los alumnos han escrito una oración simple. El objetivo era trabajar el tema de la “promesa” o “unidad mínima de tensión que puede haber en una historia”.
En una simple frase se pueden “generar preguntas” y, en este caso, la herramienta es “la precisión”. Para la escritora, la idea de la promesa “tiene que ver con la resonancia que una oración genera en un lector: el efecto de las palabras”. Por ello, ha pedido a sus alumnos: "Abandonen sus oraciones y denme promesas", a través de un ejercicio que supone entender lo que evocan determinadas palabras en el lector.
Tras un primer intento de sus pupilos, Schweblin ha leído la primera frase del cuento Viewfinder, en el que Raymond Carver escribió “una oración en la que van implícitas diez”: Un hombre sin manos toca la puerta para venderme una fotografía de mi casa. La “energía de cada una de esas palabras” construye “la promesa de la oración” y es que sin esta “el lector no avanza”, ha analizado. De hecho, la escritora argentina ha contado que cuando lee la primera oración de un libro se pregunta “¿qué hace que lo cierre y me vaya? o ¿qué hace que no pueda dejar de leerlo?”
Por lo tanto, la siguiente proposición de Schweblin ha sido “transformar el primer ejercicio en una promesa” mediante una escritura “un poco más precisa” que facilite al lector la configuración “material” de aquello que está leyendo. Y es que, “la magia de la literatura es su materialidad”: En cuanto el libro dice una palabra, por ejemplo “tetera”, el lector lo materializa y “eso es precioso”, ha explicado la escritora. “La tetera que está sobre la mesa es la que eligió el lector y depende de cada uno”. Este, ha señalado, es el aprendizaje “más importante del curso” porque “lo poético y lo abstracto funcionan sobre un mundo material construido” y “la narrativa no consiste en dar órdenes al lector, sino en mostrarle cosas que él construye”.
En la inauguración del curso, la vicerrectora de Extensión Universitaria y de Enseñanzas del Español y otras Lenguas, Montaña Cámara, ha acompañado y presentado a la autora argentina que impartirá un tipo de curso con un “formato exigente”.
Fotografía: Esteban Cobo | UIMP 2018