Ayer se celebró la segunda sesión del seminario “Democracia: femenino y singular”. Intervinieron Llum Quiñonero y Carolina Punset, que abordaron el papel de la mujer en la sociedad española, ofreciendo claves políticas para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Posteriormente se celebró un coloquio en el que los asistentes pudieron preguntar y reflexionar junto a las ponentes.
Valencia, 23 de abril de 2015. El seminario “Democracia: femenino y singular” celebró su segunda sesión con la participación de dos componentes de los que han dado en llamarse partidos emergentes: Carolina Punset, de Ciudadanos, y Llum Quiñonero, de Podemos. La mesa contó con la participación de Capitolina Díaz, profesora de sociología de la Universitat de València, que introdujo la sesión y presentó a las intervinientes, acompañada por Ana Noguera, directora del seminario y miembro del Consell Valencià de Cultura.
Ante un numeroso auditorio las dos ponentes desarrollaron un análisis de la situación de la mujer, realizando propuestas para corregir las situaciones de desigualdad. En primer lugar intervino Llum Quiñonero, que analizó las carencias deudoras de la desaparición del Estado de bienestar, reivindicando un nuevo contrato social. Trató la necesidad de una conciliación que se relacione con la corresponsabilidad del hombre y la mujer. También enunció una economía de los cuidados, fundamental para nuestras sociedades y que muchas veces queda silenciada en el foro privado, destacando el ostracismo al que son conducidas algunas mujeres, que son invisibilizadas. Tomó como referencias algunas sociedades del norte de Europa, aunque destacando las particularidades de la sociedad española y la necesidad de tomar los modelos de marcado carácter social como referentes. Carolina Punset examinó, desde su experiencia, los desafíos que enfrenta la mujer. Por un lado, su condición de mujer le resta competitividad en una sociedad en la que el puesto de trabajo requiere continua presencia, ya que la corresponsabilidad no existe en términos generales. Incluso muchas mujeres, para obtener la presencia requerida, inhiben sus deseos y sus proyectos. También denunció el patrón de liderazgo dominante, claramente masculino, a la vez que manifestó la continuidad del techo de cristal, que supone una sobrerrepresentación en la parte baja de la pirámide de las mujeres, que se traduce en una infrarrepresentación en los puestos altos o de dirección.