La UIMP retoma el seminario sobre el pensamiento de Xavier Zubiri con una sesión especial sobre ética
La UIMP retoma el seminario sobre el pensamiento de Xavier Zubiri con una sesión especial sobre ética
Valencia, 27 de enero de 2017. En la tarde de ayer tuvo lugar una sesión especial del seminario sobre la filosofía de Xavier Zubiri, que celebra con periodicidad mensual la sede valenciana de la UIMP. En su tercer año el grupo de participantes, venidos de diferentes universidades, continúan analizando la obra del filósofo de San Sebastián. En esta sesión Alfredo Esteve, profesor de la Universidad Católica de Valencia y coordinador del seminario, impartió una clase magistral titulada “La voluntad tendente o la ética zubiriana”. Tras el agitado seminario nos dedica unos minutos para preguntarle algunas cuestiones:
La UIMP lleva varios años con un seminario que reivindica la actualidad del pensamiento de Zubiri. ¿Cuál es la utilidad del pensamiento de Zubiri en estos tiempos?
̶ Zubiri es un pensador profundo y riguroso, que es capaz de descender a lo radical del ser humano en diálogo con la ciencia. No sólo dialoga con otros filósofos contemporáneos, modernos y clásicos sino que hace lo propio con distintas ramas de la ciencia, sobre todo con la Física y con la Biología (de hecho, no deja de sorprender sus conocimientos al respecto). Ello hace que su concepción del ser humano y de la realidad, sin dejar de ser filosóficos, se encuentren 'tocando suelo', por decirlo así, gracias precisamente a su incorporación de los avances científicos. En este sentido, su pensamiento es totalmente actual, pues habla del ser humano de aquí y de ahora, entre las cosas y las realidades entre las que está, en su día a día, en su cotidianidad.
Vemos que la sociedad parece exigir instituciones con espíritu y actitud críticas, pero esta demanda no cuenta con la Filosofía. ¿Cuál puede ser la causa?
̶ Vivimos en una época que dificulta una cosa tan “¿sencilla?” como estar tranquilamente, ya sea contemplando una determinada situación, manteniendo una conversación amistosa y serena, o sencillamente tomando una cerveza, disfrutando del momento. Estas situaciones nos generan violencia porque estamos acostumbrados a un ritmo de vida acelerado, a hacer muchas cosas y rápidamente, inmersos como estamos bajo el yugo de lo inmediato, bajo la esclavitud del 'clic' de nuestro ratón. Nos hemos acostumbrado a mensajes fugaces, eslóganes fáciles... al vértigo de lo audiovisual y de lo virtual en definitiva; y ello dificulta ese ánimo sereno y tranquilo que precisa un pensar ya no sólo filosófico, sino me atrevería a decir sencillamente humano. Es más o menos fácil hacer denuncias o críticas; lo complicado es argumentar debidamente tales denuncias y tales críticas. Y nuestro contexto socio-cultural nos empuja hacia lo primero, hacia la crítica fácil, y no hacia lo segundo, hacia la fundamentación reflexionada. Inevitablemente, ello nos conduce al desencuentro.
La sesión de hoy se centraba en la “ética” de Zubiri. ¿Qué aspecto resalta Zubiri para llevar una vida buena?
̶ Zubiri es consciente de que la vida buena, la felicidad, es un proyecto a largo plazo; pero también que no es algo que se alcance al final de nuestras vidas, como una meta muy lejana, sino que es algo que vamos haciendo día a día. No se trata de alcanzar una 'vida buena' sino de 'vivir buenamente'. Para ello es preciso ir un poco más allá de lo que las cosas o las situaciones nos ofrecen primeramente; no se trata de olvidarnos de este aspecto primerizo o inmediato de las cosas sino de, conservándolo, ir más allá para atender a lo que todo ello suponga, precisamente para ayudarnos a alcanzar esa vida buena. Zubiri se toma la vida en serio, y también se toma en serio al ser humano. Y es él ̶ el ser humano ̶ el que en definitiva tiene que dar razón de lo que hace y de por qué lo hace, es él el que tiene que justificar su vida, y para ello es preciso ir más allá de lo inmediato, de lo instantáneo, para alcanzar otras dimensiones de la vida desde las cuales la vida buena adquiere toda su profundidad y plenitud.
La gente se queja de la falta de ética. ¿Pueden hacer algo para remediar esta situación espacios como este seminario?
̶ Bueno, ¿qué te voy a decir? Preguntémonos como puede darse un individuo ético en nuestra sociedad, un individuo comprometido éticamente. A mi modo de ver, es necesario, en primer lugar, caer en la cuenta de esa necesidad, de que la sociedad cada vez más nos está exigiendo personas éticas; y en segundo lugar, es preciso observar que un individuo no se hace ético porque sí, sino que precisa una toma de conciencia de la complejidad de la realidad social en la que se mueve, así como en la necesidad de formarse y de reflexionar en este sentido. El ser humano es muy complejo, y la sociedad actual también; y hay mucho que pensar y que decir. Un comportamiento no reflexionado lo suficiente puede convertirse en contraproducente. Entiendo que espacios como los de este seminario ayudan a crear una sensibilidad ética que pueda repercutir 'buenamente' (nunca mejor dicho) en la sociedad.
Zubiri trata del hombre contemporáneo aturdido, y que huye de sí. Muchas elecciones o decisiones que vemos y de las que nos informan todos los días, poco razonables, parecen entenderse mejor desde ese aturdimiento pero, ¿tenemos alguna solución?
̶ ¡Claro! Pensamos que este aturdimiento, este aceleramiento, esta vorágine... es la situación normal del ser humano pero ¡nada más lejos de la realidad! Lo humano pasa por esa capacidad de crear relaciones sólidas, de componer espacios de confianza... ámbitos desde los cuales nos damos cuenta de lo superfluo de todo eso que ahora llena nuestras vidas; no se trata de prescindir de todo aquello que hacemos cotidianamente, ni mucho menos, sino sencillamente de plantearnos si queremos seguir manteniéndolo o no en lo alto del podio, o si en su lugar ponemos otro tipo de cosas; no vaya a ser que ese otro tipo de cosas sean las que verdaderamente nos lleven a nuestra felicidad. Pero esto ya es decisión de cada uno. Quizá se podría probar, a ver qué pasa... quizá sólo haga falta frenar un poco, aminorar nuestro ritmo de vida para atender sencillamente a ese otro tipo de cosas que siempre están ahí, pero que permanecen veladas.